Los Citronautas de la América Mestiza llegaron a Río IV, punto de partida y arribo de una travesía de 80 mil kilómetros que les pemitió unir esta ciudad con México ida y vuelta, les insumió cinco años y cuatro meses y les dejó numerosas experiencias y aprendizajes.
Facundo y Micaela llevaron a cabo semejante travesía en un Citroen 3CV de dos cilindros y lo hicieron en busca de libertad, experiencias y amigos; «encontramos mucho más de lo que buscamos», dice Facundo y agrega: «esto no hubiera sido posible si no fuera por miles de personas que conocimos en el camino»; por su parte, Micaela asegura que «lo más difícil es salir, una vez que uno sale a viajar después todo se va solucionando en el camino, y hay que animarse porque esto te permite vivir grandes experiencias y valen la pena todos los riesgos».
Entre las innumerables experiencias vividas, Micaela rescata: «subimos al Cotopaxi que es el volcán activo más alto del mundo, tiene 5890 metros, llegamos hasta el refugio de montaña con el Citroen de dos cilindros fue una gran aventura, hemos atravesado desiertos por ejemplo toda la costa de Perú, después cruzamos en cuatro barcos desde Perú hasta Brasil por el río Amazonas, estuvo muy bueno y acabamos de venir del pantanal que es el humedal más grande de América, así que todo ha sido hermoso, muchos animales y una naturaleza bella».
Los viajeros también destacan el aprendizaje que deja experiencias como la que acaban de coronar y resaltan que «se nos abrió la cabeza sobre lo diferente que son entre sí los países de América Latina y a la vez que similares que son, hemos hecho muchos hermanos en el camino y cosechado un gran aprendizaje sobre otros modos de vivir que está bueno también para aplicar en nuestra cotidianeidad a partir de ahora».
