Desde hace más de 20 años, Patricia y Manuel Schneider ayudan a chicos que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Su objetivo es construir una realidad diferente, desde la Justicia, los valores y el afecto. Y el nombre de la Granja lo refleja perfectamente: “Siquem, te doy mi hombro”.

Siquem se deriva de la palabra hebrea SHEKEM que significa: “Cuello (entre los hombros), como lugar donde llevar cargas”. Nada que refleje mejor el significado de la Granja Siquem.

Patricia y Manuel Schneider llevan adelante la Granja desde hace más de 20 años, luchando por la realidad de pequeños y jóvenes en situación de vulnerabilidad y trabajando arduamente para que estos “pibes” se sientan iguales a todos y se enamoren de la vida.

La disconformidad con la realidad que los rodeaba fue lo que los llevó a encarar este proyecto que ya forma parte de su vida: “Los proyectos comienzan cuando uno comienza a pensar y éramos estudiantes en la Universidad desconformes con la realidad que teníamos -y que tenemos- y tratamos de cambiarla; esa rebeldía ante la injusticia que la hemos mantenido hasta hoy nos llevó a esto y tratar de encarnar esa rebeldía o esa idea en cosas concretas y así fue cómo comenzamos a trabajar por los más pobres”, contó Manuel en los estudios de No Te Lo Pierdas.

“Uno tiene objetivos claros: construir algo diferente desde la Justicia y desde el afecto y optamos por trabajar con niños y jóvenes excluidos del sistema”, agregó.

Según expresó Manuel, el objetivo que tienen con la Granja Siquem es reconstituir a los niños y jóvenes, para que estos últimos puedan proyectarse y pensarse en el futuro: “Trabajamos para que puedan reconstituirse porque son niños destruidos, jóvenes destruidos, y para que puedan proyectarse, que puedan armar un proyecto de vida”.

“El pibe cuando llega a la granja, llega vacío o lleno de dolores, de cosas oscuras”, resaltó Manuel.

“El pibe cuando llega a la granja, llega vacío o lleno de dolores, de cosas oscuras”

Por su parte, Patricia contó que trabajan con herramientas para que el pequeño se acepte tal cual es, acepte a su familia, la perdone y por ende, pueda insertarse en la sociedad: “Vamos buscando las herramientas con él para que se descubra, se acepte; él se empieza a querer, a querer a su familia y cuando se encuentra con él, comienza a cuidarse y quererse y entonces, se enamora de la vida y comienza a andar”. “De esa forma, te va a querer a vos y te va a cuidar a vos; entonces, así no te va a matar por un par de zapatillas porque su vida va a tener valor y la tuya también”, resaltó Patricia.

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Quienes ingresan a la Granja, según contaron Manuel y Patricia, ingresan con muchos problemas y algunos muy duros: falta de estímulo, falta de nutrición, falta de escolaridad. “El problema mayor es la falta de percepción del potencial del chico: el potencial que tiene ese chico y no se expresó”, manifestó Manuel.

“Son cuestiones muy duras, y si pensás que es un hijo tuyo, te hace un hueco en el corazón, eso es lo que tenemos que hacer: ponernos en el lugar del otro”, expresó, destacando que la responsabilidad comienza desde cada uno, empieza desde lo personal.

“De esa forma, te va a querer a vos y te va a cuidar a vos; entonces, así no te va a matar por un par de zapatillas porque su vida va a tener valor y la tuya también”

“Nosotros tratamos hace muchos años de demostrar que se puede, no es magia, estos son los esquemas, los valores, la metodología, se puede hacer”, dijo Manuel.

“Tiene que ver con el corazón y la cabeza de los adultos; no puede ser que no te conmueva cuando estás tomando un café y una criatura viene a pedirte una moneda”, resaltó Patricia y agregó: “uno se enamora de cada pibe y eso es lo que te permite convivir con él; el amor que vos sentís por el otro poniéndote a pensar qué pasaría si ese fuese tu hijo, lo abrazas como esté”.

“Si pensás que es un hijo tuyo, te hace un hueco en el corazón, eso es lo que tenemos que hacer: ponernos en el lugar del otro”

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Tanto Manuel como Patricia coincidieron en que resulta esperanzador mostrar que verdaderamente se puede, lograr que todos nos pensemos como “esencialmente iguales”, sin diferencias: “Es muy esperanzador mostrar que se puede, ver a ese chico que vos en la calle le tenés miedo y te cruzás de vereda que viene te da un beso y te abraza, ya ahí te descolocó. Es sentir diferente: que el que te dio miedo, hoy lo puedas abrazas y aceptar, caminar juntos, de eso se trata: vivimos todos en la misma ciudad”.

“Se trata de caminar juntos, vivimos en la misma Ciudad”

Finalmente, Patricia y Manuel destacaron que las banderas que los guían y los pilares que les permiten continuar cada día con el trabajo en la Granja son aquellos adultos que ven que se recuperaron, que pudieron salir adelante, y que hoy son padres de familia y trabajadores. “A veces, uno se cansa mucho y esas cosas son las que te levantan al otro día (…) son laburantes, familias, y verlos nos permite levantarnos y seguir apostando”, expresó Patricia. “Esas son las banderas que tenemos; el gran logro de la Granja Siquem, el gran tesoro, es eso”, finalizó Manuel.

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