El lunes, en su primer día laborable en la Casa Blanca, el republicano ordenó retirar a EEUU del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), sobre el que advirtió durante su campaña que sería «un desastre potencial» para el país y pieza clave del legado comercial y en Asia-Pacífico de Obama.
Pero también firmó un decreto para terminar con la llamada «Mexico City Policy» y prohibir el uso de fondos del Gobierno para subvencionar a grupos que practiquen o asesoren sobre el aborto en el extranjero. Ese día, además congeló las contrataciones de funcionarios del Gobierno federal, exceptuando las de las Fuerzas Armadas.
Al día siguiente, el martes, Trump dio una buena noticia a la industria petrolera y una mala a los grupos ecologistas del país al posibilitar la construcción de dos grandes proyectos de oleoducto que Obama había paralizado debido a su previsto impacto en el medioambiente, tal como recopiló la agencia EFE.
Además del muro, Trump decretó crear más centros de detención para indocumentados, ampliar el número de agentes de control fronterizo y la interrupción de ciertos fondos federales a las llamadas «ciudades santuario» como Chicago, Nueva York y Los Ángeles, que protegen de la deportación a los inmigrantes en situación irregular.
El tema de la construcción del muro y la insistencia de Trump en que será México, de una forma u otra, el que lo pagará generó una crisis con el país vecino y con su presidente, Enrique Peña Nieto, que canceló la visita a la Casa Blanca.
El viernes, el magnate firmó en el Pentágono sus últimas órdenes ejecutivas hasta la fecha para prohibir la entrada de musulmanes a EEUU como parte de su «estrategia antiterrorista y de defensa».
Además, la admisión de refugiados sirios se paraliza indefinidamente y se suspende durante 90 días de la concesión de visados a ciudadanos de una lista de siete países de mayoría musulmana con historial de terrorismo -Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Yemen e Irán.