La hija de José Alfredo Peco Duarte, trabajador nodocente de la UNRC desaparecido en 1976, destacó la importancia de los procesos judiciales que recayeron sobre los genocidas. “Los juicios de lesa humanidad trajeron reparación a las víctimas”, expresó Clarisa Duarte.
Estas declaraciones las dijo en el marco del homenaje que le realizaron a su padre en la Escuela Bartolomé Mitre, de la cual fue alumno en su infancia. Allí se descubrió una placa conmemorativa y se mostró el documental “Clarisa, vida y militancia”, que narra los pesares que le tocó atravesar a su hija, desde que tenía apenas un año de vida.
El encuentro se concretó en el marco de los actos conmemorativos del 24 de marzo, organizados por la Universidad Nacional de Río Cuarto, junto con la Municipalidad de Río Cuarto, el Concejo Deliberante y el Gobierno de la Provincia de Córdoba.
Participaron familiares y amigos de este recordado militante de la Juventud Peronista y de Montoneros, como así también representante de instituciones del medio, además de los directivos, docentes y alumnos del establecimiento escolar escenario de esta evocación.
En la oportunidad, a Duarte lo recordaron por su alegría, solidaridad, extroversión, bonhomía; su hombría de bien, su interés por la militancia política y su compromiso social.
La hija de esta víctima de los años de plomo, dijo que, desde la desaparición de su padre, no supieron en su familia más nada de lo que había sido de él. Sin embargo, rescató: “Con la apertura de los juicios, que yo rescato muchísimo y los pongo en valor por lo que significan para una víctima, se pudo saber que estuvo detenido en el ex centro clandestino Campo La Ribera. Y, hasta el momento, no se ha sabido cuál ha sido su destino”.
“A partir de ahí, mi mamá contrae también una enfermedad que hasta el momento la tiene. Porque ella no pudo superarlo a esto. Y convive con su enfermedad. Durante muchos años estuvo en su casa, encerrada, con miedo que la fueran a buscar; hizo un exilio interno, algo de lo que tampoco se habla”, contó a Primero Noticias.
La mujer se mostró agradecida por el homenaje a su padre y destacó la necesidad de “forjar la memoria”. “Esta es una tarea moral que nos corresponde a todos”, sostuvo, al tiempo que dijo complacerse de poder contarles su historia a los niños del primario. “Lo tienen que saber. Ellos tienen que seguir luchando porque son el futuro. Generar conciencia es lo que queremos”, señaló.
Contó que a los chicos les relata que su papá “cuando veía a una persona que no tenía para comprarles unas zapatillas a sus hijos, él quería luchar para que tuviera oportunidades esa persona, que tuviera un trabajo”. “Él quería que hubiera oportunidades socialmente, que no las había”, “Él ha luchado para que viniera la democracia, que tenemos que cuidar. Y, en ese aspecto, tratamos de generar conciencia”, indicó.
Por otro lado, Clarisa Duarte destacó la importancia de los procesos judiciales que recayeron sobre los genocidas. Sostuvo: “El repertorio de los juicios de lesa humanidad trajeron reparación a las víctimas”.
“Yo antes no podía decir ni una sola palabra acerca de lo que había pasado porque me producía mucha angustia. Y cuando, en el año 2014, pude ser testigo en el juicio y ser escuchada por el tribunal, fue algo que cambió totalmente mi vida”, agregó.
Y siguió: “Es importante mantenerlos -a los juicios- en el tiempo, porque tienen un efecto reparador”.
El recuerdo de un tipo alegre
Mario Quiñones, uno de los amigos de «Peco» Duarte, lo describió como «un tipo alegre, dispuesto a divertirse y pasarla bien. Lo conocí en el barrio, éramos amigos de toda la vida, desde chiquito cuando lo conocí hasta que no lo vimos más», contó Mario.
«En una oportunidad él me invitó a las reuniones que hacían, recuerdo que eran por la zona de la vieja oleaginosa, me invitaron a sumarme pero yo no quise ir», dijo su amigo.
Fuente: Prensa UNRC
