Argentina 1 Brasil 0
24 de junio de 1990.
Turín.
El 24 de junio de 1990, hace casi 24 años, Argentina vencía 1-0 a Brasil en los octavos de final de Italia 90; pase de Maradona y gol del ‘Pájaro’, la diferencia estaba marcada y Brasil no lograría empatar. La alegría era solo Argentina.
Fue uno de los partidos que consagró a Diego Maradona como el rey del futbol. Argentina, entonces campeón mundial, sufrió en la fase de grupos de Italia 90. Clasificó a octavos con problemas y ahí lo retó su eterno rival: Brasil.
El choque de Turín fue dominado casi de principio a fin por la verdeamarelha. Varios tiros al poste e insistencia ofensiva hasta que quiso Diego. A falta de 10 minutos el «Pelusa» tomó el balón, dejó atrás a tres defensas y sirvió en bandeja para Claudio Caniggia: el «Pájaro» se quitó a Taffarel y puso a Argentina en cuartos.
Una genialidad del «10» fue más en la balanza final que toda la Selección brasileña. Dicho sea de paso, Brasil presentó al equipo más europeo y defensivo de su historia, criticado, pero que en ese partido realmente fue osado. Pero pagó el precio de sus fallas, porque el «Dios» de los argentinos no perdonó la única que tuvo.
La anécdota de ese partido la dio el mismo Maradona 16 años después: reveló que el masajista argentino ese día llevaba botellas de agua con dos tapones distintos: una con sedantes y otra con líquido normal. Resulta que Branco, lateral brasileño, en un receso del juego tomó agua enrarecida y no fue el mismo desde el minuto 25 del primer tiempo. Los argentinos celebraron la marrullería de su Selección y, por supuesto, los brasileños reaccionaron indignados. En el vestuario, en el descanso de ese partido, Bilardo habría soltado la famosa y única frase: “Si se la seguimos dando a los de amarillo vamos a perder”…
Volviendo a 1990, después Argentina dejaría en el camino a Yugoslavia y a Italia, para sucumbir en la Final ante Alemania Federal.
Por su parte, Brasil trató de redimir su historia y para 1994 alcanzó su cuarto título mundial, aunque también con críticas porque el «jogo bonito» brasileño parecía cosa del pasado.
Mitos, verdades y fantasías. Y como siempre queda flotando la siguiente idea: al fútbol no se gana por merecerlo, se gana por hacer más goles que nuestro rival.