Se tata de un proyecto de Silvia Gascón, Ciudades amigables con la edad” de la OMS en Argentina. Asegura que es clave para mejorar la calidad de vida de los adultos a medida que envejecen.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) creó una red de ciudades amigables con las personas mayores, de la que participa Argentina, y cuya coordinadora es Silvia Gascón, especialista en gerontología y directora del Centro de Envejecimiento activo y longevidad de la Universidad Isalud.
“Argentina es uno de los países más envejecidos de Latinoamérica, con Chile, Uruguay y Cuba, y en menos de 25 años, toda la región va a estar envejecida”, asegura Gascón.
Además, señala que cada vez son más las personas mayores a 100 años en el país. “En Río Cuarto y alrededores hay, y Pami tiene registrados a 3.500 mayores de 100 años”, añade.
“El Pami se ha interesado en el proyecto de ciudades amigables y los estoy asesorando para promover en varios municipios el proyecto en marcha”, cuenta a PUNTAL.
“El problema no es que haya más adultos, sino que los servicios e instituciones no se adaptan a las personas mayores”, enfatiza.
-¿Qué es el proyecto de ciudades amigables con la edad?
-El proyecto nació cerca del 2006, impulsado por la Organización Mundial de la Salud. Implica valorar la adaptación de cada ciudad a las necesidades de los adultos. Tiene como base dos tendencias: el envejecimiento de la población, ya que cada vez hay más personas mayores y menos niños, y la creciente urbanización, para que las personas puedan envejecer activamente, lo cual no significa corriendo, sino que permanezcan incluidas en el espacio social en el que viven. Lo que propone es que los entornos cambien y se adapten a las necesidades de las personas mayores.
-¿Cómo describís la situación actual de la vejez?
-Las personas vivimos cada vez más años. Estamos en una etapa que llamamos: la revolución de la longevidad. Los primeros países que envejecieron fueron los más desarrollados, como consecuencia en la mejora de calidad de vida, de los adelantos científicos y de mayores ingresos.
En nuestro continente la novedad es que están llegando a la vejez muchas personas que han vivido gran parte de su vida en la pobreza.
Argentina con Uruguay, Chile, y Cuba son los más envejecidos de la región. Toda Latinoamérica en menos de 25 años va a estar envejecida.
La especialista en gerontología señala que conviven dos fenómenos: el crecimiento de la población mayor y la baja tasa de natalidad. “El envejecimiento va de la mano con la reducción de tasas de mortalidad, por avances en materia de salud básica. Antes, las mujeres morían más que ahora. A la vez, cada vez más las parejas eligen no tener hijos”.
-¿Cómo analizan el comportamiento de las ciudades?
-Se toman en cuenta la calidad de las veredas, el tránsito, los comercios, la accesibilidad en restaurantes y en los baños públicos. Justamente esa es la concepción de ciudad amigable. El problema no es que haya más adultos, sino que los servicios e instituciones no se adaptan a la persona mayor. Se trata de esto: de construir una ciudad en la que todos estemos mirando con lentes de personas mayores. Además, considero que una ciudad amiga de las personas mayores es amiga de todos; de niños, mamás que andan con cochecitos o embarazadas.
La base del proyecto
El proyecto de red de ciudades amigables con las personas mayores requiere un involucramiento activo de este grupo etario. “Le llamamos grupo motor al conjunto de personas mayores que participan del proyecto. Lo importante es que haya gente interesada en participar, como se dice ahora, empoderada. Nada se puede producir sin participación de personas mayores”, explica Gascón.
“Yo también soy una persona mayor, y nadie mejor que nosotros sabe de nuestros problemas y potencialidades. Queremos que las personas sigan activas porque aportan con el cuidado de los nietos, con el apoyo a los hijos, tanto económico como en caso de enfermedad, y la jubilación o pensión representa un aporte también a la economía familiar”, añade.
-¿Es más la gente que acompaña la iniciativa o la que se resiste?
-En general hay resistencia. Utilizamos una palabra “el viejismo” para definir la discriminación a un grupo, pese a que aquellos que discriminan van a formar parte de él alguna vez de forma inexorable. Entonces, por un lado hay una resistencia por falta absoluta de formación en el tema. Ni escuelas ni universidades forman en lo que significa el proceso de envejecimiento. Los médicos salen de la facultad y piensan que la persona mayor es como la de 30 años, pero 30 años después. Entonces, la resistencia y falta de formación te hacen alejarte de los adultos mayores.
-Además de la formación, ¿a qué iniciativas se podría apelar para revertir este panorama?
-Creo que se podría apelar al voluntariado. Hay mucho desperdicio de potencial de gente joven, y de mujeres de entre 60 y 70 años que pueden contribuir. En España existe un programa que se llama De mayor a mayor. Acompañan a ir al cine, a reunirse con otros adultos, a militar políticamente. Esto requiere organización e incentivar a la gente para asegurarnos de que participen.
Principales enemigos
“Los conductores de transporte público y los bancos son los principales enemigos de las personas mayores… son de quienes se reciben más quejas”, sostiene Gascón.
-¿Cómo miden cuán amigable es una ciudad?
-Lo que hacemos es aplicar un protocolo (conocido como Protocolo de Vancouver) que fijó la OMS y que estamos utilizando en todas las ciudades. Les preguntamos a las personas cómo les resulta caminar por la calle, ir a una clínica, a un banco, tomar un transporte… Ese cuestionario lo hacemos también con proveedores de servicios públicos y privados: farmacéuticos, médicos, autoridades municipales, provinciales, agencias de Pami. Es muy interesante porque se pueden ver las distintas visiones que existen para hacer un informe diagnóstico y luego un plan de mejora con autoridades locales.
Hay que resaltar que el corazón del proyecto son las personas mayores, que participan desde el inicio. Es un ejemplo de modelo de planificación estratégica y participativa, porque requiere la colaboración de todas las áreas municipales y una decisión política del intendente.
-¿Cómo convencer a intendentes de que adhieran a proyectar ciudades amigables?
-El argumento más fuerte es que las personas mayores votan y si uno las escucha, no solo presentan problemas, sino que también dan soluciones. En los grupos focales indagamos las dificultades, ventajas y mejoras que tienen para proponer, y es impresionante la cantidad de aspectos que aportan: porque padecen el problema ven la solución. Hay muchas cosas de sentido común: para que el micro se acerque a la vereda, habría que hacer una línea para que los peatones no se acerquen; contratar a gente que ayude a manejar el cajero automático, a los precios de las góndolas, ponerlos en letras más grandes.
FUENTE: Diario Puntal
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