Es el promisorio descubrimiento de una sustancia liberada por una planta, con moléculas que en contacto con la luz provocan la muerte de las células enfermas. Esta es la única institución del país en la que se trabaja con este tipo de principios activos para el cáncer. El siguiente paso será hacer pruebas en larvas de renacuajos.
El hallazgo de nuevas drogas de origen natural aviva las esperanzas en la lucha contra el cáncer. Investigadores de la Universidad Nacional de Río Cuarto lograron resultados alentadores para el tratamiento de esta enfermedad. Emplean nuevas drogas de origen natural que produce un arbusto autóctono del noroeste del país.
La UNRC es la única institución del país en la que se trabaja con este tipo de drogas para el cáncer. Se trata de estudios de terapia fotodinámica aplicados a afecciones de piel, colon y cerebro.
Los investigadores locales descubrieron que esta planta, que se conoce popularmente como “cegadera”, por el efecto de ceguera que provoca en los animales cuando la ingieren, produce drogas que pueden transformarse en un fotosensibilizador; es decir, en moléculas que en contacto con la luz visible provocan muerte celular. Por lo tanto, son anticancerígenas.
Este prometedor adelanto, que acuna nuevas expectativas en la lucha contra esa impiadosa enfermedad, fue mérito de un equipo interdisciplinario que, entre otros investigadores de la Universidad Nacional de Río Cuarto, lidera la doctora Viviana Rivarola, cuya trayectoria científica en terapia fotodinámica contra el cáncer es reconocida a nivel nacional e internacional.
La terapia fotodinámica es un tratamiento que usa una droga, llamada fotosensibilizador o sustancia fotosensibilizadora, y una longitud de onda de luz específica.
Esa sustancia es absorbida por las células cancerosas. Luego, el tumor se expone a la luz. El fotosensibilizador absorbe esa luz y produce una forma activa de oxígeno que destruye las células cancerosas cercanas.
Las terapias fotodinámicas pueden ser aplicadas a cualquier tipo de cáncer, pero este equipo de trabajo local centró sus estudios en las células de melanoma, de cáncer de colon y de cáncer de cerebro, porque son las que mejor se adaptan a los ensayos de laboratorio que se realizan.
La doctora Rivarola lleva más de 30 años dedicados al desarrollo de este tipo de tratamientos y, en ese tiempo, más allá de los logros de sus investigaciones, también formó a profesionales de excelencia. Uno de los más conocidos es el doctor Diego Croci, colaborador estrecho de otro cordobés que hoy es un científico y referente mundial de los estudios sobre el cáncer, el doctor Gabriel Ravinovich.
Nueva droga
El equipo de trabajo de la doctora Rivarola observó características especiales en unas drogas llamadas antraquinonas, que se obtienen de este arbusto autóctono del noroeste del país, cuyo nombre científico es Heterophyllaea pustulata. Tienen la propiedad de provocar fobia a la luz en los animales que la ingieren.
Esa particularidad llevó a los investigadores universitarios a suponer que los principios activos de esa planta podrían ser utilizados como un fotosensibilizador para las terapias fotodinámicas contra el cáncer que están estudiando.
Destacó la doctora Rivarola: “Focalizamos nuestra atención en las drogas (antraquinonas) que producía esa planta porque, a raíz de un trabajo de tesis realizado por la doctora Ivana Fernández, quien ahora se desempeña profesionalmente en el ámbito privado, se pudo comprobar que los fotosensibilizadores de origen natural producían mayor efecto que los de origen sintético, que se obtienen artificialmente en el laboratorio”.
“Pero no sólo eso. Pudimos corroborar también que las antraquinonas producidas por la cegadera podían ser nuestro fotosensibilizador, o sea las moléculas que en contacto con la luz visible produjeran muerte celular y, consecuentemente, ser anticancerígenas”, especificó la docente universitaria.
Un grupo de científicos de la Universidad Nacional de Córdoba fue el que observó por primera vez las características particulares de esta planta, que crece sobre todo en la provincia de Salta, y que, como mecanismo de autodefensa, produce una sustancia que provoca trastornos a los animales cuando se exponen a la luz luego de ingerirla.
Estos investigadores, dirigidos por los doctores José Luis Cabrera y Susana Núñez Montoya, se especializan en Etnomedicina, que es el estudio de la medicina tradicional practicada por diversos grupos étnicos y, sobre todo, por los pueblos indígenas. Su trabajo está centrado en el estudio de las propiedades antibióticas y antimicóticas de las antraquinonas.
La extracción de las drogas de cegadera está a cargo de los equipos técnicos de los doctores Cabrera y Núñez Montoya. Y, desde Córdoba, se envían a la Universidad Nacional de Río Cuarto para ser utilizadas en los estudios de terapias fotodinámicas que se desarrollan en los laboratorios del Departamento de Biología Molecular de la Facultad de Ciencias Exactas, Físico-Químicas y Naturales, donde trabajan la doctora Rivarola y sus científicos colaboradores.
Obtener los principios activos de la planta no es sencillo. Se requieren muchos ejemplares de cegadera para conseguir una pequeña porción de droga, y para un tratamiento a nivel clínico se necesita una gran cantidad de esa sustancia.
Aquí es donde juega un papel clave una de las jóvenes especialistas que integra el equipo de trabajo de la UNRC, la doctora Sol Cogno, investigadora del Conicet y docente de la Facultad de Ciencias Exactas.
Con sus conocimientos en biotecnología, obtuvo lo que se denomina “callo”. Se trata de una masa que contiene células de la planta cegadera, capaces de producir antraquinonas.
Su trabajo es el punto de partida para generar células a gran escala. La finalidad es que cada una de ellas produzca las drogas sin necesidad de extraerlas de la planta.
La especialista explicó: “En el laboratorio, realizamos cultivos in-vitro de cegadera. Lo que estamos haciendo es trabajar en la generación de esas células a gran escala. Cada célula es capaz de producir las drogas. La técnica implica aislar una célula en un sistema determinado para que ella misma se empiece a replicar, de manera tal que se pueda obtener un gran número de células que produzcan las drogas sin necesidad de extraerlas directamente de la planta”, comentó.
“Ya hemos logrado obtener un callo, que es una masa amorfa que contiene varias células. El paso siguiente será aislar célula por célula. Pudimos confirmar que en esos callos hay producción de antraquinonas. Además, verificamos que la producción de esta sustancia es mayor a la que se puede extraer de una planta. Hay más concentración”, detalló la doctora Cogno.
“Esta es una solución para uno de los primeros problemas que se nos plantearon. No podíamos desmotar todo el noroeste argentino para obtener las drogas de este arbusto, porque es muy poca la cantidad que se puede extraer de cada una de estas plantas. Tampoco es fácil hacerla crecer en viveros”, añadió por su parte la doctora Rivarola.
Sólo en Río Cuarto
Rivarola remarcó que “la Universidad Nacional de Río Cuarto es la única institución del país en la que se está trabajando con este tipo de drogas para el cáncer”, aunque indicó: “Los mismos principios activos se estudian en la Universidad de Córdoba, pero con fines antivirales y antibacterianos”.
La investigación se encuentra en una etapa preclínica. Para que las drogas lleguen a la etapa clínica todavía falta tiempo de estudio.
Lo siguiente es hacer pruebas en larvas de renacuajo. “Este es un modelo muy exitoso que se implementó a nivel científico para verificar si existe citotoxicidad en embriones, pensando que a futuro estos tratamientos puedan ser aplicados en mujeres embarazadas”, manifestó la doctora Cogno.
No obstante, advirtió: “Para poder llegar a experimentar en ratones o en larvas necesitamos producir más cantidad de droga, lo que esperamos lograr a partir de la investigación biotecnológica que estamos llevando adelante”.
Precisaron las investigadoras universitarias que trabajar con drogas de origen natural es más económico que hacerlo con drogas sintéticas, pero recalcaron: “La extracción de drogas de cegadera se encuentra en la etapa experimental. Todavía no hay medicamentos elaborados con estos principios activos”.
Resultados muy alentadores
Viviana Rivarola y Sol Cogno resaltaron: “Los resultados que obtuvimos hasta ahora son muy alentadores. En su momento, la doctora Ivana Fernández trabajó con diez drogas diferentes. Noso-tros logramos descartar ocho y estamos concentrados específicamente en dos, que son Rubiadina y Soranjidiol. Esto se logró después de determinar cuáles eran las que poseían mejores propiedades”.
“Las características principales de estas dos drogas son que no se ubican en el núcleo de la célula. Esto es importante, porque las drogas se incorporan a todas las células del cuerpo del paciente y no solamente a las cancerígenas. Por lo tanto, lo que se busca es que las drogas no generen citotoxicidad en el núcleo, es decir que no haya daño celular o alternación genética, porque serían muy perjudiciales para la persona. En general, lo que queremos es que la droga no sea tóxica para el organismo”, puntualizaron.
La investigación permitió precisar que, en contacto con la luz visible, las drogas que están estudiando producen una muerte que se llama apoptosis (forma controlada de muerte celular). “Esto es lo que, en definitiva, estábamos buscando para que el tratamiento sea menos agresivo para el paciente. Hay otros casos en los que la célula explota, inflamando el tumor. Eso no es lo que queremos”, dijeron.
De todos modos, Rivarola y Cogno insistieron en que “hacen falta más estudios para afirmar que estas drogas son exitosas para la cura del cáncer. Hay que hacer estudios in vivo y muchos estudios toxicológicos”.
Alta mortalidad de células cancerosas
Es de destacar la efectividad de las drogas obtenidas de la planta de cegadera. Por un lado, incrementan la muerte de células cancerosas y, por otro, tendrían menos nivel de toxicidad para el organismo, en comparación con otros fotosensibilizadores.
Expusieron las profesionales: “Un fotosensibilizador no puede ser tóxico para todo el organismo, pero sí necesitamos que se convierta en tóxico para el tumor cuando sea sometido a la aplicación de luz. La combinación de la luz con las drogas es lo que tiene que ser efectivo. Descubrimos que con este tipo de drogas de origen natural con el que estamos trabajando se logra efectividad utilizando muy poca luz, a diferencia de cuando empleamos otros fotosensibilizadores. Es decir, pudimos lograr alta mortalidad de las células cancerosas. Esto habla de la eficiencia de la droga”.
“Lo que siempre se intenta en las pruebas clínicas –indicaron– es usar la menor cantidad de drogas posible para no desmejorar la condición del paciente y evitar los efectos secundarios. Si vemos que en un cultivo hay que utilizar pocas drogas para generar un efecto citotóxico, el panorama a futuro es muy alentador”, señalaron.
En este trabajo también colabora un grupo de científicos que desde hace mucho tiempo se dedica a los estudios de biotecnología en la Universidad Nacional de Río Cuarto, que está dirigido por la doctora Elizabeth Agostini, investigadora del Conicet y docente del Departamento de Biología Molecular.
FUENTE: Diario Puntal