Inicio CABECERA «¿Cómo pudiste hacer eso?, nadie merece morir a manos de un hijo»

«¿Cómo pudiste hacer eso?, nadie merece morir a manos de un hijo»

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Elsa Segovia, de 83 años, apareció muerta en su departamento céntrico el 3 de agosto de 2018. El único acusado es su hijo, un riocuartense de 60 años. Ayer, frente al jurado, se mostró imperturbable y decidió no declarar.

A los 83 años, Elsa Segovia estaba diezmada físicamente. Tomaba líquidos con una bombilla y un andador la ayudaba a tenerse en pie y a movilizarse en el limitado espacio del departamento “A”, en el tercer piso del edificio de Constitución al 500, pleno centro de Río Cuarto.

Pero si algo no había perdido Elsa era la lucidez. Mantenía el carácter firme y, con la ayuda de tres mujeres que se turnaban para acompañarla, se las ingeniaba para no ser una carga para ninguno de sus hijos.

Pese a que cobraba una jubilación y una pensión más bien magras, no le negaba la ayuda económica al más desfavorecido de sus tres hijos, Héctor Marcelo Ferreyra, desocupado, con una esposa y una hija ya mayor a su cargo.

Elsa ayudaba a su hijo a pagar el alquiler y afrontaba las deudas cada vez que la inmobiliaria la citaba por haberle salido de garantía. “Era muy discreta, aunque se angustiaba, no despotricaba contra él, más bien lo protegía”. Así la recordó ayer Silvia del Carmen Ferreyra, la bibliotecaria y maestra que en últimas horas viajó desde Rosario para declarar en el juicio por jurado popular que se celebra en la Cámara Segunda del Crimen de Río Cuarto.

Los dos protagonistas del juicio tienen estrecho vínculo con la testigo: Elsa Segovia, la víctima fatal, era su madre; Héctor Ferreyra, el único sospechoso de haberle dado muerte a la anciana, es su hermano.

El 3 de agosto de 2018, el día del crimen, Silvia del Carmen Ferreyra recibió el llamado de su hermano que la alertaba por un supuesto accidente grave de su madre.

“Viajé de urgencia, creyendo que había sufrido una caída, pero cuando llegué a Río Cuarto me topé con que a mi madre la llevaban a Córdoba para hacerle la autopsia. Cuando fui a la Policía, me dijeron que la carátula era homicidio calificado por el vínculo. Ahí pensé: mi hermano”.

Coartada frustrada

El conmocionante episodio sucedió el 3 de agosto de 2018. Ese día Segovia fue encontrada en su departamento céntrico sin vida y con signos de haber recibido un violento ataque con un cuchillo.

El fiscal encargado de la investigación, Fernando Moine, dispuso la inmediata detención de Ferreyra ese mismo día.

De acuerdo a la interpretación que hizo de las pruebas, Héctor Marcelo Ferreyra se lavó las manos manchadas de sangre, escondió el cuchillo con el que le aplicó tres puñaladas a su madre y recién entonces se comunicó con el 101 y simuló haberse topado por sorpresa con la imagen de Segovia tirada en el piso y ya sin signos vitales.

Se abstuvo de declarar

Ayer Ferreyra siguió el juicio desde el monitor que lo mostraba en la oficina de videollamadas del Servicio Penitenciario Número 6.

Cortante, respondió las consultas que los jueces Andruet, González Castellanos y Bianchi le hicieron sobre sus condiciones personales.

Hasta que sobrevino la pandemia, en el penal lo visitaban su esposa y su hija, pero reconoció que ni sus dos hermanas ni ningún otro familiar fueron a verlo.

Cuando le preguntaron si iba a responder a la indagatoria selló sus labios: “Me abstengo”, fue todo lo que dijo.

Como si en lugar de mostrar una imagen en movimiento el monitor se hubiese congelado en una foto, Héctor Ferreyra se mostró imperturbable cuando su hermana se acercó al estrado para atestiguar.

Ni siquiera reaccionó cuando, a instancias del fiscal de Cámara Julio Rivero, la mujer dirigió la vista hacia el monitor y le habló mirándolo a los ojos:

“Joti -le dijo, llamándolo por su apodo-, ¿cómo pudiste hacer eso? ¿Cómo podés seguir mintiendo? ¿Cómo podés negarte a declarar?, nadie se merece morir a manos de un hijo”.

Del otro lado no hubo respuesta y la testigo hizo un intento final por obtener su confesión:

“Sólo te pido que seas sincero una vez en la vida, que te sanes, que te cures de una vez”.

La posición de Ferreyra es sumamente delicada. Por la calificación del delito, la única pena posible si se lo declara culpable será la prisión perpetua.

Hoy continuará la ronda de testigos y para mañana se esperan los alegatos y el veredicto.

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