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Abrió Cosquín 2017

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La 57ª edición propuso al magistral quinteto instrumental de Dino Saluzzi para dar el puntapié inicial ante una plaza con un importante marco que se mostró dispuesta a escuchar, arengar y bailar. José Luis Aguirre, Orellana Lucca, Los Amigos del Chango y el cierre de Raly Barrionueva entre lo mejor.

Pasadas las 22, el párroco dio la bendición en la que aludió al ahora Santo Brochero y se encolumnó en el reclamo urgente contra los desmontes que cada vez gana más fuerza por estos tiempos. Enseguida, la plaza ocupada a esa hora con un importante marco (mientras seguía ingresando público) se puso de pie para entonar el Himno Nacional interpretado por la Orquesta juvenil Blas Parera de Cosquín.

Luego llegó la arenga de Claudio Juárez que llamó “al encuentro que nos sigue sorprendiendo a nosotros mismos” y el Himno a Cosquín interpretado con destreza por el Ballet Camin (con un homenaje a los 50 años del Poncho Coscoíno) que volvió a encender la llama de la mística festivalera en esta ciudad en la que se sigue respirando a cada paso eso que aquí comenzó a entenderse como folklore. Si de algo puede jactarse el festival con casi 60 años, es de haber instalado masivamente allá a comienzos de la década de 1960 este concepto tan discutido para algunos e inapelable para otros.

La plaza terminó siendo de Raly 

Para nada casual que con el eximio Saluzzi y su quinteto haya comenzado a desandar su camino este Cosquín, inmerso en grandes apuestas y desafíos. Y tampoco que haya cerrado ya pasadas las cuatro con un encendido Raly Barrionuevo poniendo a bailar sus chacareras conscientes a la todavía fervorosa plaza que en su momento más álgido superó un 70 por ciento de ocupación, mejorando así la convocatoria de la jornada inaugural en la pasada edición.

Somos nosotros o Chacarera del exilio fueron dos de las que sonaron más actuales que nunca en el final del set del santiagueño radicado en Unquillo, teniendo en cuenta su reciente carta abierta en la que dejó bien expresada su postura contra el proyecto de modificar la llamada «ley de bosques» y tras el ataque de cierto sector agrario. Antes, Barrionuevo volvió a mostrar su generosidad invitando al trío Toch para interpretar Famatina, un tema que según confesó «le gusta mucho» y que dedicó a las asambleas que combaten contra la minería a cielo abierto. Tal vez hubiera ameritado el estreno de algún tema del disco nuevo de Raly próximo a editarse. Será la que viene.

Precisamente la defensa del monte nativo y las luchas ambientales fueron un eje que atravesó gran parte de la jornada inaugural (hasta el párraco habló de esa problemática en la bendición), ya que varios de los artistas aludieron a ello de manera directa o a través de la música.

El más elocuente fue sin dudas José Luis Aguirre, quien lució la leyenda «Somos monte» en su remera y un cartel alusivo. En su repertorio fue de menos a más en cuanto a la intensidad: primero puso a susurrar a la plaza con Milonga del Cerro Negro y luego le dedicó «una chacarera hindú a un chango bailarín» y el Huaynabalito para sus hijas. Pero el climax llegó cuando antes de cerrar el cuartetazo Tranquilo pero con fiesta, se despachó con un profundo recitado (Poema de las estrellas) y una pizca de humor que puso al público de pie. No sólo se ganó el bis, sino que volvió a anotarse como serio candidato a la Consagración. Pocos cantores pueden decir como lo hace Aguirre.

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