Carlos Rodríguez Saldaño es un remisero de 73 años que durante la mañana de este viernes protagonizó un violento asalto en Barrio Alberdi. Primero Noticias habló con él para saber en relatos del propio trabajador del volante qué fue lo que pasó.

Carlos Rodríguez Saldaño tiene 73 años y trabaja como remisero porque «con la jubilación no alcanza», explicó. Este viernes salió a trabajar en su remís a las 5 de la mañana. Cerca de las 5:30 horas levantó un pasajero en proximidades del Empalme. «Me pidió que lo llevara al Alberdi», dijo Carlos. El pasajero dijo que su destino era en Entre Ríos al 1200.

Carlos comenzó a manejar, y el pasajero estaba sentado detrás de él. «Cuando llego a Entre Ríos al 800 me pide que gire a la izquierda, y cuando llegamos me dice que pare; yo veo que estábamos frente a una casa abandonada», relató el remisero a Primero Noticias.

En ese momento, con el remís detenido, frente a una casa abandonada, y en una calle sin luz, Carlos sintió que el joven que estaba detrás de él lo agarró por el cuello y le dijo «quedate quieto que te voy a pegar un tiro» a lo que Carlos respondió «si querés pegame un tiro». Ante esto, el remisero puso el auto en marcha «y aceleré a fondo».

«Quedate quieto que te voy a pegar un tiro»

En esos minutos hubo un forcejeo entre el remisero y el ladrón. «Bajé por Tucumán como yendo hacia el centro y el joven me golpeaba permanentemente en la cabeza; en medio del forcejeo me tira para atrás, me saca el audífono y se rompe el respaldo del asiento «, relató Carlos. El auto iba sin luces, a alta velocidad, en medio de una calle sin alumbrado. «Quería salir de la parte oscura, quería buscar donde hubiera gente», explicó.

«Pienso seguir trabajando porque tengo necesidad»

Cerca de Tucumán al 800 había un remís de la misma empresa parado en el lugar que al advertir lo que le estaba pasando a su compañero pidió ayuda a la central de la remisería. Mientras Carlos seguía dentro de su auto con un hombre que no dejaba de golpearlo «a puño cerrado», otros compañeros se acercaron al lugar, al igual que lo hicieron las patrullas de la policía. Cuando el sospechoso se dio cuenta de que se acercaban a un lugar donde había gente le sacó las llaves del auto, «me solté y me tiré del coche», contó Carlos, «yo quería que me ayudaran», destacó el trabajador del volante.

En ese momento, comenzó a llegar la policía y los otros trabajadores de la empresa. Carlos fue asistido en el Hospital San Antonio de Padua y el sospechoso fue detenido con la ayuda de los compañeros remiseros.

«Yo lo único que pido es tranquilidad y seguridad para mí y mis compañeros, quiero que se proteja a la gente que trabaja de noche; pienso seguir trabajando porque tengo necesidad», concluyó Carlos, quien en poco tiempo deberá subirse nuevamente a su vehículo para trabajar y ganarse el pan dignamente.

«Yo lo único que pido es tranquilidad y seguridad»

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