HAY LÁGRIMAS QUE DIBUJAN SONRISAS

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    El árbitro dio el pitazo final. El relato se suspendió en una voz quebrada, la tristeza colectiva, ese sentimiento de angustia ya vivida que no necesita de la voz que explique lo que pasó… esa sensación del corazón hecho pelota que no encuentra consuelo. El padre mira al hijo y trata de encontrar un motivo para simular el lagrimón que se le pinta en el rostro, pero solo encuentra los ojos brillosos de su hijo que no dice nada porque no tiene aliento, el silencio en el resto de la familia marcan el momento exacto de una ilusión que se termina. Los jugadores argentinos no encuentran alivio y se desploman de tristeza en el verde césped. La Argentina del “Diego” es nuevamente eliminada en cuartos de final 4 a 0 por Alemania como en el mundial anterior que tras empatar 1 a 1 queda afuera por penales contra los germanos. Son momentos que quedan grabados en la memoria colectiva. El fútbol lejos de ser una fiesta, es un baldazo de agua fría que te parte alma, como esa mina de la que te enamoraste por primera vez, pero que vaya uno a saber por qué ya no está y no hay vuelta atrás, la historia está escrita. Argentina nuevamente afuera de la copa del mundo. Por eso días millones de argentinos sufrimos una de las más grandes tristezas de los últimos tiempos. Demasiada esperanza, demasiada alegría, para tan triste final.

    Pero créanme que no hay tierra más fértil para un sentimiento y para cualquier sueño colectivo que aquella abonada con el dolor compartido. Por eso tengo la firme convicción de que esas lágrimas espejadas en tantos ojos, no son solamente la postal de uno de los momentos más tristes de nuestra historia futbolística, sino el puntapié inicial de una ilusión, de la búsqueda de cumplir “un sueño” como reza nuestro “Petiso mágico” y multiplican sus compañeros de equipo.
    La selección Argentina tiene varios defectos para la construcción de un juego bonito y colectivo, pero tiene algo que lo hace fuerte y tiene que ver justamente con esos sentimientos generados a partir de la derrota. Los jugadores han sufrido en carne propia la tristeza de una eliminación y la sensación de no poder alcanzar la gloria. Eso que quedó grabado en la memoria colectiva de todos los argentinos, también está en el ADN de cada uno de los jugadores y cuerpo técnico que integran el seleccionado nacional.
    Como dice Eduardo Sacheri en uno de sus cuentos, “De la alegría se puede volver, tal vez. Pero no de las lágrimas. Porque cuando uno sufre por su equipo, tiene un agujero inentendible en las entrañas. Y no se lo llena nada. O mejor dicho, sólo se le llena con una cosa: con ganar el próximo partido”. Ese es el sentimiento que hay en cada uno de nuestros jugadores.
    La redonda nos da revancha, como ese primer amor que a pesar de los años el destino hizo que la encontráramos a la vuelta de la esquina con la misma sonrisa, los brazos abiertos y los ojos brillosos. Por ese camino anda el equipo argentino, sabiendo que pueden ser los protagonistas principales para convertir esas lágrimas en sonrisas y desatar la alegría de más de 40 millones de argentinos.
    Todos hoy vamos en la búsqueda de ese sueño, de volver a jugar la final del Mundial y de transformar esas lágrimas en sonrisas.

    Nelson Nusbaum.

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